La desorganización crónica es una condición que afecta a muchas personas, pero que aún no se comprende bien. Aunque no lo parezca, puede ser extremadamente frustrante y estresante vivir con ella.
Para quienes padecen desorganización crónica, es posible que se vean incapaces de llevar la cuenta de las cosas que poseen o de las actividades que tienen realizar, como acumular medicamentos o facturas; pierden la capacidad de mantener sus espacios limpios y ordenados o la capacidad de organizar su espacio de trabajo.
La desorganización crónica puede ser una condición debilitante que afecta a todos los aspectos de su vida. No se trata sólo de ser desordenado, sino más bien de ser incapaz de funcionar de una manera que le permita disfrutar de su vida y lograr las cosas que quiere lograr.
La desorganización crónica puede afectar a la vida doméstica y laboral, así como a su salud y vida social.
Algunos de los síntomas de la desorganización crónica incluyen:
- Falta de control sobre el espacio físico y el entorno.
- Dificultad en la toma de decisiones, en la priorización de tareas/proyectos y en la finalización de tareas/proyectos.
- Falta de concentración en las tareas y responsabilidades diarias.
La buena noticia es que hay formas de enfrentar la desorganización crónica y es aquí en donde los profesionales pueden ayudar a las personas con esta condición a recuperar el rumbo.
El papel del organizador profesional en la desorganización crónica
El papel de un organizador profesional no se limita a ayudar a las personas a reducir el desorden y a organizarse, sino que va más allá y ayuda a las personas a ser más eficientes y productivas en su vida diaria.
Un organizador profesional se reúne con los clientes y analiza qué áreas requieren atención, y luego utiliza su experiencia para proponer soluciones para las necesidades específicas de cada cliente.
También le orienta sobre la mejor manera de utilizar el espacio disponible para que funcione bien tanto para las personas como para los miembros de su familia (si es el caso).
Una de las primeras cosas que se requieren para ayudar en la desorganización crónica es evaluar su situación: ¿la persona tiene mucho desorden?, ¿le cuesta tomar decisiones sobre lo que debe conservar o tirar?, ¿hay partes de su casa que le resultan especialmente difíciles?
Una vez que entienden dónde están los problemas y por qué, ayudan a encontrar soluciones para ellos. En la mayoría de los casos, esto implica la creación de sistemas que funcionen para la persona y para su vida, en lugar de tratar de forzarla a entrar en el molde de otra persona en lo que es correcto.
Cómo combatir la desorganización crónica
- En primer lugar, tenemos que identificar las causas de esta condición. ¿Cuándo se siente más desorganizad@? ¿Es cuando está en casa, en el trabajo o en otro lugar? Cuanto más conozcamos los desencadenantes y patrones, más fácil nos resultará identificar las soluciones.
- Una vez que hayas identificado estas áreas, averigua qué herramientas pueden facilitar el orden. Esto ayudará a crear sistemas que funcionen en cada caso. Por ejemplo, si la persona pierde mucho las cosas, podemos crear lugares fijos con etiquetas para cada una de ellas.
- Otra forma de combatir la desorganización crónica es reservando un tiempo al día en el que la persona se centre en hacer las cosas en lugar de preocuparse por ellas. Esto podría significar asegurarse de que todas las tareas relacionadas con el trabajo se hagan antes de acostarse cada noche o tener un tiempo dedicado durante el día a ordenar.
- Es importante realizar un inventario de lo que se tiene; normalmente las personas con desorganización crónica tienden a acumular objetos en todos sus espacios. Es muy importante trabajar el desapego, pero sobre todo la empatía, ya que es muy probable que les cuesta mucho trabajo deshacerse de la mayoría de las cosas.
- Una vez teniendo el inventario podemos ayudar a la persona a elegir con qué cosas debe quedarse y dónde colocarlas.
Paciencia y compromiso con la clave
Es fundamental que tanto la persona que vamos a ayudar como nosotros mismos como organizadores profesionales, tomemos esto como un compromiso, una inversión que implica dedicación, paciencia y voluntad para alcanzar la paz interior y el éxito, sabiendo que no se pueden logar resultados diferentes haciendo siempre las mismas cosas.
Los cambios no ocurrirán de la noche a la mañana y puede suponer un gran reto, pero no debemos dejar que el desorden gane la batalla.